[ES] Dos esfinges de bronce flanquean el obelisco de Arganzuela. En su momento por sus bocas manaba agua.
“El obelisco de la Arganzuela se encuentra situado en el parque Madrid Río. Su ubicación original fue la actual glorieta de Emilio Castelar, en el paseo de la Castellana, por lo que fue conocido como obelisco de la Castellana u obelisco de la Fuente Castellana —denominación que sigue conservando a efectos de conservación del patrimonio—. Lo mandó construir el rey Fernando VII, poco antes de su muerte, con objeto de celebrar el nacimiento de su hija, la futura reina Isabel II. Las obras comenzaron bajo la regencia de María Cristina de Borbón, en 1833.
Historia
Aunque conocido como "obelisco", se trató originalmente de una fuente monumental mandada construir por el rey Fernando VII para conmemorar el nacimiento de su hija y heredera, la futura Isabel II. El encargo vino directamente del rey, a expensas del comisario general de Cruzada Manuel Fernández Varela. Finalmente, la construcción del monumento no comenzó hasta tres años después, para celebrar el tercer cumpleaños de la princesa, que tuvo lugar poco después de la muerte del rey, el 29 de septiembre de 1833. Por expreso deseo de la reina regente, María Cristina, el inicio de las obras se hizo coincidir con el cumpleaños de la princesa, que tenía lugar el 10 de octubre, si bien no fue hasta el día siguiente cuando se llevó a cabo la colocación oficial de la primera piedra del monumento. Las obras durarían cinco años.
Los responsables del proyecto fueron el arquitecto Francisco Javier de Marietegui (1775-1844) y el escultor y académico José de Tomás (1795-1848), que se encargó de la ornamentación. Colaboraron también el cantero José Arnilla y el broncista Eugenio Alonso. El resultado fue una de las obras más destacables de la arquitectura conmemorativa neoclásica construidas en Madrid en las primeras décadas del siglo XIX.
La ubicación elegida fue el entonces recién abierto paseo de la Castellana. Aunque inicialmente se consideró situarlo al final del paseo del Cisne —actual paseo de Eduardo Dato, que entonces terminaba en la Castellana—, finalmente se eligió una ubicación un poco más hacia el norte, en una plaza que, debido a la ubicación del nuevo monumento, sería denominada plaza del Obelisco y que es hoy la glorieta de Emilio Castelar. En 1838 la concluyó la nueva fuente, que disponía de un pilón «de piedra berroqueña de 70 pies de diámetro exterior»6?. Sobre el fondo del pilón se levantaban, sobre zócalos, el obelisco y dos esfinges de bronce con surtidores, que lo franqueaban. La disposición de la fuente cambió en 1868, cuando se sustituyó el pilón por un espacio ajardinado y las esfinges fueron trasladadas al Retiro, donde embellecieron la entrada al estanque.
En 1906 se desmontó la fuente para instalar en su lugar el actual monumento a Emilio Castelar, obra de Mariano Benlliure y levantado mediante subscripción pública. Aunque se había considerado que dicho monumento se erigiese en la plaza de Cibeles —que entonces tenía oficialmente la denominación del académico y político gaditano— y luego en la de la de Cánovas del Castillo, la decisión final fue su actual ubicación. La plaza pasó así de llamarse glorieta del Obelisco a plaza de Emilio Castelar. En 1914 se volvió a instalar, esta vez en la plaza de Manuel Becerra, recuperándose las esfinges de bronce que hacían de surtidor así como un vaso circular situado en su parte inferior. El desmontaje de la fuente fue aprovechado por el diario diario ABC para hacer inocentada. El periódico se hizo eco del supuesto de un tesoro en un arca de madera encontrado bajo el monumento al desmontarlo. El contenido del arca, monedas de oro y documentos, se mostraría en el cercano Palacio de Bellas Artes, y a él acudieron cientos de madrileños cayendo en la inocentada.
Este conjunto permaneció en la plaza de Manuel Becerra hasta 1969, cuando fue de nuevo desmontada debido a la construcción de un paso subterráneo en dicha plaza. El peso de la fuente aconsejó su traslado. Su nueva ubicación fue el parque de la Arganzuela, recién creado junto al Manzanares en el lugar de la antigua dehesa de la Arganzuela. La escasa calidad del terreno, formado fundamentalmente por fango, requirió la instalación de pilotes clavados a quince metros de profundidad, sobre los que se instaló el obelisco. Este se convirtió en el elemento más destacado del nuevo parque, ocupando el punto central de una fuente ornamental dotada de un gran estanque elíptico (de 106 por 65 metros) y varios juegos de agua. Entre 1992 y 1995, el vaso fue vaciado y los surtidores detenidos para proceder a la impermeabilización del vaso.
Las obras de soterramiento de la M-30 ejecutadas entre 2004 y 2007 provocaron la última remodelación de la fuente. Desaparecieron tanto el vaso como los surtidores de que disponía. Con la reapertura del parque en 2011, ya parte del parque Madrid Río, se colocó el monumento junto a un paseo con los caños de sus esfinges cegados.”
(Fuente)
[EN] Two bronze sphinxes flank the Arganzuela obelisk. At one time, water flowed from their mouths.
“The Arganzuela obelisk is located in Madrid Río Park. Its original location was the current Emilio Castelar roundabout, on Paseo de la Castellana, which is why it was known as the Castellana obelisk or the Fuente Castellana obelisk —a name that it still retains for heritage conservation purposes—. It was ordered to be built by King Ferdinand VII, shortly before his death, to celebrate the birth of his daughter, the future Queen Isabel II. Work began under the regency of María Cristina de Borbón, in 1833.
History
Although known as the "obelisk", it was originally a monumental fountain ordered to be built by King Ferdinand VII to commemorate the birth of his daughter and heir, the future Isabel II. The order came directly from the king, at the expense of the general commissioner of the Crusade Manuel Fernández Varela. The construction of the monument did not begin until three years later, to celebrate the princess's third birthday, which took place shortly after the king's death on 29 September 1833. At the express wish of the Queen Regent, Maria Cristina, the start of the work was made to coincide with the princess's birthday, which took place on 10 October, although it was not until the following day that the official laying of the first stone of the monument took place. The work would last five years.
The project was led by the architect Francisco Javier de Marietegui (1775-1844) and the sculptor and academic José de Tomás (1795-1848), who was in charge of the ornamentation. The stonemason José Arnilla and the bronze-worker Eugenio Alonso also collaborated. The result was one of the most notable works of neoclassical commemorative architecture built in Madrid in the first decades of the 19th century.
The chosen location was the then recently opened Paseo de la Castellana. Although it was initially considered to be located at the end of the Paseo del Cisne - now the Paseo de Eduardo Dato, which then ended at Castellana - a location was finally chosen a little further north, in a square that, due to the location of the new monument, would be called Plaza del Obelisco and which is today the Glorieta de Emilio Castelar. In 1838 the new fountain was completed, which had a basin "of Berroqueña stone 70 feet in external diameter"6?. On the bottom of the basin, on plinths, stood the obelisk and two bronze sphinxes with jets, which flanked it. The layout of the fountain changed in 1868, when the basin was replaced by a garden area and the sphinxes were moved to the Retiro, where they embellished the entrance to the pond.
In 1906 the fountain was dismantled to install the current monument to Emilio Castelar, the work of Mariano Benlliure and raised by public subscription. Although it had been considered that said monument would be erected in the Plaza de Cibeles —which at that time had the official name of the academic and politician from Cadiz— and then in the Plaza de Cánovas del Castillo, the final decision was its current location. The square was thus renamed from the Obelisco roundabout to the Plaza de Emilio Castelar. In 1914 it was installed again, this time in the Plaza de Manuel Becerra, recovering the bronze sphinxes that served as a fountain as well as a circular basin located at its bottom. The dismantling of the fountain was used by the daily newspaper ABC to make a joke. The newspaper reported on the supposed treasure in a wooden chest found under the monument when it was dismantled. The contents of the chest, gold coins and documents, were to be displayed at the nearby Palace of Fine Arts, and hundreds of Madrid residents went there to participate in the joke.
This ensemble remained in the Plaza de Manuel Becerra until 1969, when it was dismantled again due to the construction of an underground passage in the square. The weight of the fountain made it necessary to move it. Its new location was the Arganzuela park, recently created next to the Manzanares in the place of the old Arganzuela pasture. The poor quality of the ground, consisting mainly of mud, required the installation of piles driven fifteen metres deep, on which the obelisk was installed. This became the most prominent element of the new park, occupying the central point of an ornamental fountain with a large elliptical pool (106 by 65 metres) and various water features. Between 1992 and 1995, the pool was emptied and the jets stopped in order to waterproof the basin.
The works to bury the M-30 between 2004 and 2007 caused the last remodelling of the fountain. Both the pool and the jets it had disappeared. With the reopening of the park in 2011, now part of the Madrid Río park, the monument was placed next to a walkway with the spouts of its sphinxes blinded.”
(Source)